descarga el libro de Genesis en audio capitulos 1 al 25

lunes, 24 de agosto de 2015

Genesis 37







Génesis 37

1 Jacob, por su parte, se estableció en el que fue país residencial de su

padre, el país de Canaán.

2 Esta es la historia de Jacob. José tenía diecisiete años. Estaba de

pastor de ovejas con sus hermanos - él, muchacho todavía, con los hijos de

Bilhá y los de Zilpá, mujeres de su padre. Y José comunicó a su padre lo

mal que se hablaba de ellos.

3 Israel amaba a José más que a todos los demás hijos, por ser para él

el hijo de la ancianidad. Le había hecho una túnica de manga larga.

4 Vieron sus hermanos cómo le prefería su padre a todos sus otros

hijos, y le aborrecieron hasta el punto de no poder ni siquiera saludarle.

5 José tuvo un sueño y lo manifestó a sus hermanos, quienes le

odiaron más aún.

6 Les dijo: «Oíd el sueño que he tenido.

7 Me parecía que nosotros estábamos atando gavillas en el campo, y

he aquí que mi gavilla se levantaba y se tenía derecha, mientras que

vuestras gavillas le hacían rueda y se inclinaban hacia la mía.»

8 Sus hermanos le dijeron: «¿Será que vas a reinar sobre nosotros o

que vas a tenernos domeñados?» Y acumularon todavía más odio contra él

por causa de sus sueños y de su palabras.

9 Volvió a tener otro sueño, y se lo contó a sus hermanos. Díjoles:

«He tenido otro sueño: Resulta que el sol, la luna y once estrellas se

inclinaban ante mí.»

10 Se lo contó a su padre y a sus hermanos, y su padre le reprendió y

le dijo: «¿Qué sueño es ése que has tenido? ¿Es que yo, tu madre y tus

hermanos vamos a venir a inclinarnos ante ti hasta el suelo?»

11 Sus hermanos le tenían envidia, mientras que su padre

reflexionaba.

12 Fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem,

13 y dijo Israel a José: «¿No están tus hermanos pastoreando en

Siquem? Ve de mi parte a donde ellos.» Dijo: «Estoy listo.»

14 Díjole: «Anda, vete a ver si tus hermanos siguen sin novedad, y lo

mismo el ganado, y tráeme noticias.» Le envió, pues, desde el valle de

Hebrón, y José fue a Siquem.

15 Encontróse con él un hombre mientras estaba discurriendo por el

campo. El hombre le preguntó: «¿Qué buscas?»

16 Díjole: «Estoy buscando a mis hermanos. Indícame, por favor,

dónde están pastoreando.»

17 El hombre le dijo: «Partieron de aquí, pues yo les oí decir: “Vamos

a Dotán.”» José fue detrás de sus hermanos y los encontró en Dotán.

18 Ellos le vieron de lejos, y antes que se les acercara, conspiraron

contra él para matarle,

19 y se decían mutuamente: «Por ahí viene el soñador.

20 Ahora, pues, venid, matémosle y echémosle en un pozo cualquiera,

y diremos que algún animal feroz le devoró. Veremos entonces en qué

paran sus sueños.»

21 Rubén lo oyó y le libró de sus manos. Dijo: «No atentemos contra

su vida.»

22 Rubén les dijo: «No derraméis sangre. Echadle a ese pozo que hay

en el páramo, pero no pongáis la mano sobre él.» Su intención era de

salvarle de sus hermanos para devolverle a su padre.

23 Y ocurrió, que cuando llegó José donde sus hermanos, éstos

despojaron a José de su túnica - aquella túnica de manga larga que llevaba

puesta -,

24 y echándole mano le arrojaron al pozo. Aquel pozo estaba vacío,

sin agua.

25 Luego se sentaron a comer. Y levantando los ojos divisaron una

caravana de ismaelitas que venían de Galaad, con camellos cargados de

almáciga, sandáraca y ládano, que iban bajando hacia Egipto.

26 Entonces dijo Judá a sus hermanos: «¿Qué aprovecha el que

asesinemos a nuestro hermano y luego tapemos su sangre?

27 Venid vamos a venderle a los ismaelitas, pero no pongamos la

mano en él, porque es nuestro hermano, carne nuestra.» Y sus hermanos

asintieron.

28 Pasaron unos madianitas mercaderes, y descubriéndole subieron a

José del pozo. Vendieron a José a los ismaelitas por veinte piezas de plata,

y éstos se llevaron a José a Egipto.

29 Vuelve Rubén al pozo, y he aquí que José nos estaba en el pozo. El

desgarró sus ropas,

30 y volviendo donde sus hermanos les dijo: «El niño no aparece, y yo

¿qué hago ahora?»

31 Entonces tomaron la túnica de José, y degollando un cabrito,

tiñeron la túnica en sangre,

32 y enviaron la túnica de manga larga, haciéndola llegar hasta su

padre con este recado: «Esto hemos encontrado: examina si se trata de la

túnica de tu hijo, o no.»

33 El la examinó y dijo: «¡Es la túnica de mi hijo! ¡Algún animal

feroz le ha devorado! ¡José ha sido despedazado!»

34 Jacob desgarró su vestido, se echó un sayal a la cintura e hizo duelo

por su hijo durante muchos días.

35 Todos sus hijos e hijas acudieron a consolarle, pero él rehusaba

consolarse y decía: «Voy a bajar en duelo al seol donde mi hijo.» Y su

padre le lloraba.

36 Por su parte, los madianitas, llegados a Egipto, le vendieron a

Putifar, eunuco de Faraón y capitán de los guardias

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