descarga el libro de Genesis en audio capitulos 1 al 25

viernes, 14 de agosto de 2015

Genesis 24







Génesis 24

1 Abraham era ya un viejo entrado en años, y Yahveh había bendecido

a Abraham en todo.

2 Abraham dijo al siervo más viejo de su casa y mayordomo de todas

sus cosas: «Ea, pon tu mano debajo de mi muslo,

3 que voy a juramentarte por Yahveh, Dios de los cielos y Dios de la

tierra, que no tomarás mujer para mi hijo de entre las hijas de los cananeos

con los que vivo;

4 sino que irás a mi tierra y a mi patria a tomar mujer para mi hijo

Isaac.»

5 Díjole el siervo: «Tal vez no quiera la mujer seguirme a este país.

¿Debo en tal caso volver y llevar a tu hijo a la tierra de donde saliste?»

6 Díjole Abraham: «Guárdate de llevar allá a mi hijo.

7 Yahveh, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que me tomó de mi

casa paterna y de mi patria, y que me habló y me juró, diciendo: “A tu

descendencia daré esta tierra”, él enviará su Ángel delante de ti, y tomarás

de allí mujer para mi hijo.

8 Si la mujer no quisiere seguirte, no responderás de este juramento

que te tomo. En todo caso, no lleves allá a mi hijo.»

9 El siervo puso su mano debajo del muslo de su señor Abraham y le

prestó juramento según lo hablado.

10 Tomó el siervo diez camellos de los de su señor y de las cosas

mejores de su señor y se puso en marcha hacia Aram Naharáyim, hacia la

ciudad de Najor.

11 Hizo arrodillar al los camellos fuera de la ciudad junto al pozo, al

atardecer, a la hora de salir las aguadoras,

12 y dijo: «Yahveh, Dios de mi señor Abraham: dame suerte hoy, y

haz favor a mi señor Abraham.

13 Voy a quedarme parado junto a la fuente, mientras las hijas de los

ciudadanos salen a sacar agua.

14 Ahora bien, la muchacha a quien yo diga “Inclina, por favor, tu

cántaro para que yo beba”, y ella responda: “Bebe, y también voy a abrevar

tus camellos”, ésa sea la que tienes designada para tu siervo Isaac, y por

ello conoceré que haces favor a mi señor.»

15 Apenas había acabado de hablar, cuando he aquí que salía Rebeca,

hija de Betuel, el hijo de Milká, la mujer de Najor, hermano de Abraham,

con su cántaro al hombro.

16 La joven era de muy buen ver, virgen, que no había conocido

varón. Bajó a la fuente, llenó su cántaro y subió.

17 El siervo corrió a su encuentro y dijo: «Dame un poco de agua de

tu cántaro.»

18 «Bebe, señor», dijo ella, y bajando en seguida el cántaro sobre su

brazo, le dio de beber.

19 Y en acabando de darle, dijo: «También para tus camellos voy a

sacar, hasta que se hayan saciado.»

20 Y apresuradamente vació su cántaro en el abrevadero y corriendo

otra vez al pozo sacó agua para todos los camellos.

21 El hombre la contemplaba callando para saber si Yahveh había

dado éxito o no a su misión.

22 En cuanto los camellos acabaron de beber, tomó el hombre un

anillo de oro de medio siclo de peso, que colocó en la nariz de la joven, y

un par de brazaletes de diez siclos de oro en sus brazos,

23 y dijo: «¿De quién eres hija? Dime: ¿hay en casa de tu padre sitio

para hacer noche?»

24 Ella le dijo: «Soy hija de Betuel, el hijo que Milká dio a Najor.»

25 Y agregó: «También tenemos paja y forraje en abundancia, y sitio

para pasar la noche.»

26 Entonces se postró el hombre y adoró a Yahveh,

27 diciendo: «Bendito sea Yahveh, el Dios de mi señor Abraham, que

no ha retirado su favor y su lealtad para con mi señor. Yahveh me ha traído

a parar a casa del hermano de mi señor.»

28 La joven corrió a anunciar a casa de su madre todas estas cosas.

29 Tenía Rebeca un hermano llamado Labán. Este corrió donde el

hombre, afuera, a la fuente.

30 En efecto, en cuanto vio el anillo y los brazaletes en los brazos de

su hermana, y oyó decir a su hermana Rebeca: «Así me ha hablado aquel

hombre», se llegó a donde él. Le encontró todavía junto a los camellos

cerca de la fuente,

31 y le dijo: «Ven, bendito de Yahveh. ¿Por qué te quedas parado

fuera, si yo he desocupado la casa y he hecho sitio para los camellos?»

32 El hombre entró en la casa, y Labán desaparejó los camellos, les

dio paja y forraje, y al hombre y a sus acompañantes agua para lavarse los

pies.

33 Después les sirvió de comer, pero el otro dijo: «No comeré hasta

no haber dicho lo que tengo que decir.» A lo que respondió Labán:

«Habla.»

34 «Yo soy, dijo, siervo de Abraham.

35 Yahveh ha bendecido con largueza a mi señor, que se ha hecho

rico, pues le ha dado ovejas y vacas, plata y oro, siervos y esclavas,

camellos y asnos.

36 Y Sara, la mujer de mi señor, envejecida ya, dio a luz un hijo a mi

señor, que le ha cedido todo cuanto posee.

37 En cuanto a mí, mi señor me ha tomado juramento, diciendo: “No

tomarás mujer para mi hijo de entre las hijas de los cananeos en cuyo país

resido.

38 ¡Como no vayas a casa de mi padre y a mi parentela a tomar mujer

para mi hijo...!”

39 Yo dije a mi señor: “¿Y si acaso no me sigue la mujer?”

40 Y él me dijo: “Yahveh, en cuya presencia he andado, enviará su

Ángel contigo, y dará éxito a tu viaje, y así tomarás mujer para mi hijo de

mi parentela y de la casa de mi padre.

41 Entonces quedarás libre de mi maldición, cuando llegues a mi

parentela; y si no te la dieren también quedarás libre de mi maldición.»

42 Pues bien: llego hoy a la fuente y me digo: “Yahveh, Dios de mi

señor Abraham, si en efecto das éxito a este mi viaje,

43 aquí me quedo parado junto a la fuente. La doncella que salga a

sacar agua, y yo le diga: Dame de beber un poco de agua de tu cántaro

44 y ella me responda: Bebe tú, y voy a sacar también para tus

camellos, ésa será la mujer que Yahveh tiene destinada para el hijo de mi

señor.”

45 Apenas había acabado de hablar conmigo mismo, cuando he aquí

que Rebeca salía con su cántaro al hombro, bajó a la fuente y sacó agua. Yo

le dije: “Ea, dame de beber”,

46 y enseguida bajó su cántaro del hombro y dijo: “Bebe, y también

voy a abrevar tus camellos.” Bebí, pues, y ella abrevó también los camellos.

47 Yo le pregunté: “¿De quién eres hija?” Me respondió: “Soy hija de

Betuel, el hijo que Milká dio a Najor.” Entonces puse el anillo en su nariz, y

los brazaletes en sus brazos,

48 y postrándome adoré a Yahveh, y bendije a Yahveh, el Dios de mi

señor Abraham, que me había puesto en el buen camino para tomar a la hija

del hermano de mi señor para su hijo.

49 Ahora, pues, decidme si estáis dispuestos a usar de favor y lealtad

para con mi señor, y si no, decídmelo también, para que yo tire por la

derecha o por la izquierda.»

50 Respondieron Labán y Betuel: «De Yahveh ha salido este asunto.

Nosotros no podemos decirte está mal o está bien.

51 Ahí tienes delante a Rebeca: tómala y vete, y sea ella mujer del hijo

de tu señor, como ha dicho Yahveh.»

52 Cuando el siervo de Abraham oyó lo que decían, adoró a Yahveh

en tierra.

53 Acto seguido sacó el siervo objetos de plata y oro y vestidos, y se

los dio a Rebeca. También hizo regalos a su hermano y a su madre.

54 Luego comieron y bebieron, él y los hombres que le acompañaban,

y pasaron la noche. Por la mañana se levantaron, y él dijo: «Permitidme que

marche donde mi señor.»

55 El hermano y la madre de Rebeca dijeron: «Que se quede la chica

con nosotros unos días, por ejemplo diez. Luego se irá.»

56 Mas él les dijo: «No me demoréis. Puesto que Yahveh ha dado

éxito a mi viaje, dejadme salir para que vaya donde mi señor.»

57 Ellos dijeron: «Llamemos a la joven y preguntémosle su opinión.»

58 Llamaron, pues, a Rebeca, y le dijeron: «¿Qué? ¿te vas con este

hombre?» «Me voy», contestó ella.

59 Entonces despidieron a su hermana Rebeca con su nodriza, y al

siervo de Abraham y a sus hombres.

60 Y bendijeron a Rebeca, y le decían: «¡Oh hermana nuestra, que

llegues a convertirte en millares de miríadas, y conquiste tu descendencia la

puerta de sus enemigos!»

61 Levantóse Rebeca con sus doncellas y, montadas en los camellos,

siguieron al hombre. El siervo tomó a Rebeca y se fue.

62 Entretanto, Isaac había venido del pozo de Lajay Roí, pues

habitaba en el país del Négueb.

63 Una tarde había salido Isaac de paseo por el campo, cuando he aquí

que al alzar la vista, vio que venían unos camellos.

64 Rebeca a su vez alzó sus ojos y viendo a Isaac, se apeó del camello,

65 y dijo al siervo: «¿Quién es aquel hombre que camina por el campo

a nuestro encuentro?» Dijo el siervo: «Es mi señor.» Entonces ella tomó el

velo y se cubrió.

66 El siervo contó a Isaac todo lo que había hecho,

67 e Isaac introdujo a Rebeca en la tienda, tomó a Rebeca, que pasó a

ser su mujer, y él la amó. Así se consoló Isaac por la pérdida de su madre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario